sábado, 19 de septiembre de 2009

ENTRE EL ODIO Y LA INSPIRACION


LAs últimas semanas mi bandeja de entrada se había visto saturada de mails y publicaciones las cuales pensaba eran sólo parte de una campaña para despretigiar a una agrupacion animalista. Pero ahora he descubierto con terror que su fin real es destruir a una persona en especial. Estos correos han estado cargado de un odio tal que solo leerlos han hecho recordar en mi por qué amo a los animales más que a las personas y han hecho crecer dentro de mí dos sensaciones que han ido ganando en intensidad estas últimas horas: el asco y la verguenza...
Primero ASCO porque no puedo relacionar el amor que los animales inspiran con tal carga de odio, de negatividad y de acoso. El amor por los animales y la pureza que ellos inspiran, no creo que tengan que ver con todo esto. Que cada persona tenga su posición respecto a la eutanasia lo acepto, eso es algo que siempre ha provocado rencillas entre los animalistas..pero una cosa es la discrepancia y otra es la amenaza, la prolijidad en la saña y el odio. Eso no es posición; eso es simplemente obsesión, fanatismo. Yo no tengo toda la plata del mundo ni todo el espacio físico que requeriría para rescatar a todos los animales que desearía, por eso no puedo criticar la eutanasia ni oponerme radicalmente a ella. Quisiera nunca tener que eutanizar un animal, quisiera salvarlos a todos, darle una oportunidad de vida a todos. Quisiera poder decirle a ese perro mestizo con sarna o sano de aprox 5 años, mediano o grande que esta en la calle expuesto a tantos peligros: "sí puedo curarte, sí puedo sacarte de la calle YA, tengo donde llevarte y si voy a encontrar una familia que te ame y a quien no le importará tu edad, ni tu raza ni hasta donde creceras que sólo verá tu corazón". Pero no puedo prometer eso a todos. No puedo. Pero tampoco puedo dejarlo solo en calle expuesto a que lo envenenen, lo maten, lo violen, lo lastimen, lo atropellen, lo hagan pedazos .
Se dice que nadie es Dios para matar pero tampoco nadie es Dios para decidir que un ser inocente sufra sólo para tranquilizar nuestra conciencia. La gente que llama a los animalistas nunca nos dice: "hay un perro mal aqui pero podemos cuidarlo y cobijarlo en una casa, nos pueden ayudar a encontrarle un hogar o con el tratamiento???. Quizás uno en un millón. El 99% dirá:"¿Dónde lo podemos dejar?" "Si no se lo llevan en 2 horas lo envenenamos, lo matamos o lo botamos." Eso es lo que dicen. Es desesperante, es frustrante y doloroso enfrentar esa situación.
Me dio asco leer esos mails en mi bandeja. Un asco inmenso. Yo no soy perfecta; yo he cometido errores antes pensando que ayudaba a los animales. La realidad me ha hecho aprender con mucho dolor. Pero el no ser perfectos y ser humanos no disculpa el fanatismo, porque eso es lo que veo aqui fanatismo, odio y sobre todo cobardia. Si yo pensara que algo va contra lo más íntimo de mis creencias lo denunciaría y enfrentaría desde el principio dando la cara, no elucubrando sentimientos tan macabros como los que he percibido en cada de una de esas letras, de esas palabras, de esas imágenes que han pasado por mis ojos estas últimas horas.. Todos los que estamos en esta labor tenemos nuestra propia visión de como hacer las cosas, siempre lo he creído. Pero la única premisa que debe unirnos ante todo es buscar el bienestar del animal, tenerlo seguro, que no sufra, que no pase hambre ni frío ni dolor. Si un animal está en un lugar cerrado protegido de la calle pero no tiene comida y está congelándose ¿estamos pensando en su bienestar?; si el animal está en la calle expuesto a envenenamientos, violaciones y atropellos, pero le ponemos un plato de comida en nuestra puerta todos los días ¿estamos pensando en su bienestar? Antes yo creia que sí, hace muchísimos años. Pero me he convencido de que no y me he convencido con dolor, con rabia y muchas lágrimas en mis ojos. Si esas personas que denuncian haber rescatado esos animales los querian tanto e incluso gastaron dos meses en recuperarlos en el caso de los cachorros..¿porque se los entregaron a Giuliana y no le pagaron un hospedaje o los pusieron ellas mismos en adopción?. "Mis perros" dicen. ¿Alguno de nosotros dejaríamos a nuestros hijos en cualquier lugar, lejos de nosotros, tan fácilmente?. Eran perros que habían encontrado en la calle y de los por una u otra razón no pudieron hacerse cargo. Qué fácil es destruir a otro y no asumir nuestra propias responsabilidades y enfrentar nuestros propios demonios.
VERGUENZA. Una infinita verguenza. Mi enamorado me decía hace unos días que cualquiera que lee esos correos y ve esas imágenes y no está involucrado con la labor de modo directo pensaría que somos sólo locos que nos aniquilamos entre nosotros y tiene razón en ello. Siempre he dicho que amar a los animales produce un nivel de sensibilidad especial independiente de nuestra condición social o nivel de estudios. Siempre he dicho en mis post que si bien pude haber perdido la pureza del alma al enfrentarme con el mundo, los animales han sido mi depósito de fe y de pureza, de esa poca que se pudo salvar de mi lucha con la humanidad. Estaba en contacto con personas a las que estaba apoyando con la adopción de cachorros y que de pronto han desaparecido del mapa. ¿No habrán leido estos mails, visto estas imágenes tergiversadas y se habrán horrorizado de pensar que somos asesinos, que estamos locos? ¿A cuántos más que estamos con casos nos ha pasado esto?. ¿A quién perjudicamos aquí? ¿A Giuliana Farina? A Animazul? ¿o a esos cachorros? ¿A quiénes?
Sólo espero que esto termine pronto....sólo espero tener mi bandeja libre de insultos otra vez y ver otra vez periodismo digno, serio y de real investigacion otra vez y sobre todo espero que esos ángeles inocentes del refugio no les afecte todo el odio que se teje, que permanezcan en paz y felices como hasta ahora lo han sido. 70 animales felices nunca jamás podrán ser una fachada, que bajeza el llamarlos fachada. 70 animales felices y que han recuperado la fe en los hombres sólo pueden ser una inspiración.
(En imágenes Pinky cuando recién fue rescatado -superior- y ahora feliz con su nueva familia)

lunes, 14 de septiembre de 2009

EL MILAGRO DE PERLA


Mi abuelo nunca fue cercano a mí. Nunca hablamos mucho porque sentíamos que no había nada en común entre ambos, porque había muchos rencores entre nosotros, mucho dolor. Mi madre contaba que ahogó un gatito una vez cuando ella era pequeña y echó a la calle a un animal que yo rescaté y al cual nunca volví a ver, algo que se sumó a las muchas cosas que no era capaz de perdonarle. Por lo tanto, la idea de un perro en casa era algo absurdo. El jamás lo permitiría. Sólo un milagro podría romper esa maldición. Ese milagro se llamó Perla.
Perla era la perrita de unos vecinos. Ansiosa y hambrienta buscaba en basura y en la calle lo que sus dueños no deseaban darle, un plato de comida decente, una vida digna y una caricia. Cuando yo conocí a Perla hicimos click de inmediato. Empezó a frecuentar mi casa donde recibía no sólo comida sino también abrazos. Poco a poco esas vistas se hicieron más largas y Perla se acostumbró a acompañar a mi abuelo al mercado cuando salía a hacer sus compras. El renegaba aduciendo que no le gustaba andar con ella pero sé que en el fondo le encantaba estar acompañado.
Las largas horas de conversa de mi abuelo con sus amigos en la esquina las hacía acompañado de Perla quien lo miraba profundamente con sus bellos ojos café. De pronto mi abuelo empezó a entrar a la casa sólo para preguntar si había comida para la “mamita” y yo por supuesto decía siempre que sí.
Después que rescatamos a Rocky de la calle, Perla no quiso quedarse atrás. Un día nos avisaron que ella había estaba durmiendo en nuestra puerta durante la noche anterior empapada por la lluvia y tiritando de frío. La madrugada siguiente abrimos la puerta y la vimos allí acurrucada en nuestra vereda. “Pobrecita la mamita”, dijo mi abuelo, “qué pase por hoy”. Por supuesto que ese hoy se convirtió en para siempre igual que con Rocky.
Detrás de la perrita ansiosa que se orinaba “por molestar” según sus dueños, existía un ser maravilloso, dulce, educado y tierno que logró lo que ningún otro perro, incluso Rocky, había logrado hasta ahora: ser querida por mi abuelo.
Cuando él llegaba de la calle la cogía de las patas delanteras y se ponía a bailar con ella largo rato. Durante el almuerzo la dejaba estar su lado le daba palmaditas en la cabeza y le hablaba. El no era muy efusivo. por eso yo sabía que esos bailes y caricias que podían parecer simples eran algo extraordinario.
Cuando mi abuelo tuvo problemas para respirar por su enfermedad una vez, estando solo en casa, fue Perla quien ladró desesperada para que alguien viniera a tocar la puerta. Cuando ya estuvo postrado con cáncer esperando sus últimos días era ella quien venía a ver como estaba cada 15 minutos. A veces mi abuelo la llamaba y Perla se acercaba a su cama poniendo la cabeza sobre la frazada, mirándolo con esos ojos que rompían la resistencia de cualquier corazón. Recuerdo siempre lo que él decía: “Si Perlita pudiera atenderme, prepararme mi dieta, acompañarme al hospital, vigilar mi presión y mi sueño sé que lo haría y mejor que nadie”. Y así fue hasta el día que murió en casa. Ese día también Perla estuvo allí.
Yo nunca fui unida a mi abuelo pero sé en sus últimos meses de vida descubrió algo que evitó que muriera incompleto y vacío: aprendió lo que es querer a un animal. Perla se lo enseñó y eso es algo que estoy segura recordará y que lo hará siempre sonreír aun en su otra vida, por toda la eternidad.