martes, 3 de noviembre de 2009

NO ES FÁCIL DECIR ADIÓS

En memoria de Milita, Negrita, Lucky, Morcy, Woodstock, Dereck,
Madonna, Chavito, Pinky,Copito de Nieve
Giugenne, Lenguardo y Peki..
y de todos los demás angelitos verdaderos
que están en el cielo cuidándonos....

Giugenne y Lenguardo, gatos siameses madre e hijo, vivieron casi 14 años con mi amiga Jenny. El peso de los años hizo que al final enfermaran. Jenny siguió el consejo de su veterinario ante la inminencia de la muerte y tratando sobre todo de evitarles más sufrimientos. Fueron años maravillosos con ambos, años que ella jamás olvidará.
Ahora en su casa no hay ningún animalito. Traté de convencerla de adoptar un par de gatitos ante tantos que están buscando hogar. Ella tiene todos los deseos de hacerlo pero su madre se niega afirmando rotundamente que “no quiere sufrir otra vez”.
Un amigo de mi mamá, ya un hombre adulto de 50 años sin hijos y separado hace varios años, adoptó un pequinés al cual llegó a querer como un hijo. Eran compañeros inseparables. Cuando el perrito enfermo y murió fue algo infinitamente triste para él. Ahora, en una casa con espacio y posibilidades de cuidar una mascota, afirma que no desea adoptar más porque dice que “se sufre mucho cuando se van”.
Pensaba estos días, el por qué las personas que pierden un animal muchas veces asumen la actitud de no volver a tener otro compañero para "no volver a sufrir" en sus propias palabras. Egoísmo, dicen algunos, pero yo simplemente pienso en ese inevitable miedo del ser humano de sufrir ante la pérdida de lo que amamos, de cuánto cuesta aprender a separarnos y poder decir adiós.
Yo sufrí mucho cuando Mila se fue. Habían sido 9 años juntas. La vi crecer, la vi tener sus bebés (mis amados nietos que aún están conmigo). La recordaba cada instante trepándose sobre mi cama para picarme y reclamarme una caricia. El vacío que dejo dentro de mí fue enorme, sin embargo el dolor de su partida física (no espiritual porque aun la siento conmigo) así también como la de Negrita no cerró mi corazón al extremo de decir que no iba amar a ningún otro animal. Los primeros días sin ellas fueron tortuosos pero recordar los buenos momentos juntas y la calidez de nuestros días llegó a entibiar mis heridas y volver el dolor amargo en esa dulzura única y pura que sólo los animales pueden crear dentro de nosotros.
Un perro o gato o ave o cualquier otro animalito tienen un límite establecido de vida así como nosotros también lo tenemos. Sin embargo, si bien nosotros no podemos decidir el “no sufrir” por la pérdida de nuestra familia humana porque ya esta ahí cuando nacemos muchas personas optan por esquivar un dolor que si pueden evitar sentir: el dolor de perder un animal que aman.
Existen muchos sentimientos que uno debe confrontar ante la pérdida del hijo adorado: la negación, el enojo, la culpa, la tristeza infinita y punzante no verlo más en nuestro día a día. El duelo es un proceso natural por el que todos debemos pasar ante una perdida dolorosa. Será difícil, será complejo, será difícil de entender quizá para muchos que no pueden entender el vínculo extraordinario que puede existir con un animal y muchos tendremos que lidiar con la incomprensión del resto, pero ese proceso de duelo debe ser superado no solo por bienestar del compañero humano sino por el del propio animal que ya se ha ido. Muchos quizás se pregunten por qué digo esto si nuestro amigo ya partió. Lo menciono porque siempre creo que si Perla se va antes que yo no le gustaría que yo tome esta actitud de decir “no quiero tener otra hija nunca más, no quiero pasar por esto de nuevo”. Sé que al contrario, ella desearía que otro hermanito suyo y más si fue rescatado como ella lo fue, disfrute de ese lazo que tenemos ahora, del maravilloso amor que compartimos cada día. Sé que ella desearía que otro angelito fuera tan feliz como ella lo esta siendo en este momento. Y yo jamás podría hacer algo que perturbe el bienestar de Perla o que la haga sentir mal. La amo demasiado. Sé lo he prometido de corazón.
Muchas veces este adiós debemos decidirlo nosotros porque nuestro hijo o hija puede enfermar y ha llegado a un momento en que se encuentra sufriendo. A mi enamorado le tocó vivir la pérdida de dos de sus hijos en el mismo año. Una por enfermedad y el otro por un accidente infausto. Lidiar con ello le tomó mucho tiempo. Se encerró en su dolor y recién pudo escribir sobre esas pérdidas tiempo después para liberarse. El hecho de tener más animales en la casa, como en su caso, aparte del que se va, ayuda a que el corazón siga abierto y a llenarnos de fortaleza porque hay otro ser que nos necesita; pero para las personas que pierden al único compañero que tenían y al que en la mayoría de los casos habían convertido en el centro de su vida, esa transición aún más difícil y requieren todo nuestro apoyo. En su caso, él tuvo que decidir que su adorada Madonna debía descansar. A pesar incluso que su madre le decía que la muerte es un designio de Dios en el que no debía interferir, sabia que no debía pensar en él sino en ella, en que ya no sufriera más. Madonna a sus 13 años estaba muy enferma. La eutanasia se hizo en casa y él estuvo presente, junto a ella. Nunca olvidaré sus palabras cuando pudo hablar de ese suceso meses después: "Madonna ya no tenia que padecer más. Murió tranquila, acompañada de todos y vivió plenamente. Estoy agradecido por tantas cosas buenas. Siempre (el momento del adiós) da miedo. Desde que Madonna cumplió los 8 años pensaba en ello porque sabía que cada vez eso estaba más cerca. Lo sabes. Pero no sabes cuando llegará. Lo bueno dentro de lo malo es que se divirtió bastante y me llenó tantos años y a la familia de compañía y alegrías. Ella murió sin miedo y sin contar que hizo el milagro de volverme perrero en épocas en las que mi mente ni imaginaba ni el corazón se involucraba con los animales.” Personalmente me hubiera encantado conocer a Madonna, pero a través de las palabras sé que lo ella fue, sé el milagro de vida que ella fue.
A veces pienso en el momento que deberé despedirme de Perla y siento un terror inmenso. No imagino vivir sin ella, dormir sin ella, despertarme cada día sin mirarla a los ojos, sin darle los buenos días y dejarla acurrucada en mi cama. Cuando he pensado en este momento le he dicho en medio de mi desesperación anticipada que el día que se vaya me lleve con ella. Pero sé que si el destino decide llevársela antes que a mí, deberé ser fuerte para compartir el amor que tuve por ella con otro ser. Es triste que en nuestro país no tengamos un cementerio de mascotas donde poder visitarlas, compartir con ellas, contarles como sigue nuestra vida, rezar con ellas. Sólo nos queda la opción de cremarlas y llevarlas con nosotros a nuestro hogar y muchas personas ni esto pueden hacer porque el proceso de cremar es costoso y otros como yo ni siquiera tenemos un jardín.
Sólo quiero decirles las personas que han perdido a un hijo que aman y que han decidido no volver a tener otro animalito que vean dentro de su corazón lo más profundo que puedan. Ahí encontrarán la mirada de su pequeño hijo o hija que sonriendo les dirá que siempre estará con ustedes, que sabe que su lugar jamás lo tomará nadie y quizás también susurrando les dirá al oído que desea que esa inmensa felicidad que vivió junto a ustedes la compartan con otro ser que lo necesita. Creo que el verdadero amor jamás hace que cerremos nuestro corazón al contrario hace que lo abramos más aún, hace que nos llenemos de más amor cada día de nuestra vida. Es algo que le he prometido a Perla y que lo cumpliré.

"Recuérdame.
Recuérdame siempre,
pero no sufras demasiado por mí.
He tratado siempre de reconfortarte en los tiempos de tristeza
y me he esforzado en traer alegría a tu vida,
por eso nunca quisiera ser motivo de dolor para ti.
Yo estoy en paz ahora
y tendré un descanso eterno en la tierra
a la que tanto he amado.
Por favor
después de tu tiempo de duelo por mí
haz un lugar en tu corazón.
Tú eres la clase de ser humano
que siempre debería tener un amigo como yo en su vida.
No desperdicies tu dulce y generoso corazón
en mi recuerdo por mucho tiempo.
Da tu amor a otro.
Sé que tu nuevo amigo jamás tomará mi lugar
porque ambos tuvimos algo único.
Sé que quizás no sea lo mismo,
pero esa devota y amorosa compañía
llegará a ser con el tiempo algo muy especial en tu vida.
Tú me amaste mucho
y yo también te amé.
Mi espíritu siempre estará contigo.
Y no importa cuanto dure mi descanso
mi agradecido corazón siempre te recordará..."


En You Tube he encontrado hermosos videos en memoria de los amados hijos que se fueron. Comparto mis favoritos en esta pequeña lista de reproducción. Veánla completa por favor, no se arrepentirán. La hermosa canción del inicio es de Tim MacGraw "Please, remember me".



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