martes, 14 de septiembre de 2010

MUERTE SÚBITA

Hoy se cumple una semana del envenenamiento de mi Rocky.

Han tenido que pasar 7 días para que yo pueda hablar de ello; algo en mí se resisitía a hacerlo;
algo en mí aùn no queria creer que sucedió.

Pero ocurrió.

Lo que jamás pensé que podría pasarle a uno de mis hijos ocurrió.

Y puedo decir que fue el día más horrible de mi vida.

Hubiera vivido los momentos más espantosos de mi vida una y mil veces
con tal de no ver a Rocky como lo vi ese martes,
a punto de morir.
Fueron segundos que mi mamá volteó para ver a Leo,
segundos que fueron fatales para Rocky.
Nos han contado incluso que alguien lo llamó especialmente y le dio la comida.

Puede ser cierto.
Puede ser que no.

Lo que importa es que alguien quiso asesinar a mi hijo.
Y eso es algo que no se olvida.

Entró a casa con mamá y en solo cuestión de minutos empezó a defecar
a vomitar.

Cerca de las 12 de la noche y listas para dormir, mi mamá y yo salìamos como locas en busca de un médico.

Yo normalmente recuerdo los lugares, los consultorios veterinarios.
Pero mi mente estaba en blanco.
Desesperada.
Sòlo abrazaba a Rocky y lloraba queriendo morir con él también.

Subimos a un taxi con mamá.
Yo estaba atrás con Rocky.
Sentía que su vida se iba en cada lamento
cada vez que se ponía rígido
cada vez que defecaba.

Afortunadamente Dios nos envió un ángel en forma de taxista.
Èl fue quien recordó a una vet de 24 horas cerca.
Èl fue quien no se preocupó porque Rocky estaba ensuciando su carro.
Se preocupó por él,
por llegar rápido.
No mencionó nada de las heces ni los vómitos.

Mi madre estuvo maravillosa y serena.
Yo no pude.
He estado serena en tantas emergencias con otros animales,
pero con mi hijo no pude.
El solo hecho de pensar en perderlo, el solo pensar que sufría me laceraba toda el alma....

Nadie sabe lo que es el verdadero dolor sino hasta que la maldad intenta arrebatarnos
lo que más amamos.

Y te das cuenta en ese instante que el desamor de alguien, que dinero perdido, que cosas pérdidas, no son nada
como perder un hijo...

el solo sentir que algo lo lastima y que no puedes aliviarlo te corroe por dentro.

Llegamos a la veterinaria.
Ya en al consultorio, el Dr. le colocó el suero,
lo necesario.
Yo no me separaba de él
no quería soltarlo.

Sentía que Dios en su infinita sabiduría si algo le pasaba me llevaría con él
le imploré mil veces que cambie su dolor por el mío.

Recién puedo hablar de esto.
Recién puedo soltar lo que he tenido dentro estos 7 días.
Y lloro otra vez
por el modo en que mi hijo sufrió.

Lloro porque esos malditos miserables que son capaces de poner veneno a un animal
no se dan cuenta lo que hacen
lo que arrebatan
lo que destrozan.

No solamente causan un dolor fisico
espantoso,
no solo hacer morir de la forma más agónica y aberrante.
Si el animal sobrevive también verás que dañaron algo más dentro de él.
Su psiquis, su autoestima, su seguridad.

Rocky aún no es el mismo, camina de a pocos,
y ya no quiere salir: tiene miedo de otros perros.
Pasa la mayor parte del día echado en la cama.

Hace 7 días que no lo oigo ladrar.
Como si algo se hubiera roto dentro suyo.

Èl que era un torbellino,
un fuego que ardía lleno de luz y de belleza
parece apagado.

Sólo nuestro amor lo mantiene.
Sobre todo el amor de mamá que ha sido la encargada de cuidarlo mientras yo estoy trabajando.

Es ella quien le prepara sus dietas,
quien le licúa la comida,
quien lo llevó tres días a la clìnica para el suero respectivo,
quien le da sus pastillas.

Viendo como mamá ama a Rocky
la siento más madre mía de lo que jamás la había sentido en mi vida.

Rocky está vivo.
Pero me duele verlo triste, callado, temeroso.
Me duele esa seguridad que algún canalla le arrebató.
Dicen que al desear mal nos ponemos en la piel de los peores "humanos" del orbe.
Pero yo deseo mal,
tengo odio dentro,
no puedo evitarlo.

Mi Rocky tan amado
debe sentir por dentro que alguien ha querido matarlo.
Por eso aún teme.
Sé que el amor cura heridas;
las más grandes,
las más profundas,
y espero y pongo mi alma en juego al decir que lucharemos para curar las heridas que Rocky
tiene en su corazón todavía.

Gracias al médico de la Veterinaria WALLAC de Paseo de la Repùblica en Chorrillos
que auxilió a Rocky.

Gracias a ese chico maravilloso que nos transportó sin importarle si su carro estaba ensuciándose, que movilizó una y otra vez a mi mamá mientras regresaba casa a traer las mantas de Rocky y el dinero de su atención...

Gracias mamá por haber sido la voz de la ecuanimidad cuando yo estaba a punto de sucumbir emocionalmente...por cuidar de Rocky con tanta devoción..

Gracias Perla, por besar y reconfortar a tu hermano cada vez que puedes.

Sé que el otro perrito que fue envenenado también esa noche y murió está en el cielo; recordémoslo también a él...

Gracias Rocky por estar aquí.

Por simplemente existir.

El día que tus ojos vuelvan a brillar volveremos a correr juntos...........
y esta vez nadie intentará separarnos.

1 comentario:

SUSANA dijo...

Me hiciste llorar... entiendo lo que pasas y es tan dificil entender que haya gente q no ame a estos pequeños.
Ensuciar y comer... eso es mucho?